miércoles, agosto 07, 2013

Dale gas despacito


. 
En un cafecito de Buenos aires, el poeta busca como perro en caza y mirada insomne a su musa mortalmente herida al tiempo que aparta asqueado el cenicero de fasos a medio fumar.

Más hacia el sur, otro lírico creído observa desde su buhardilla cómo la nieve ha vestido de blanco, arbustos y demás habitantes del jardín. El mismo color pinta desiertos en la pila de hojas que hace varias noches yace sobre su escritorio. Sólo manchas de café frío escapándose de la taza salpican - y no de tinta - su amor propio.

En una playa alejada, sentado sobre un médano húmedo, el trovador náufrago, víctima sufriente, siente en su cara los primeros rayos que se cuelan a través de un rebaño de nubes púrpuras. La fuerza de una ola le arrebata los bollos de papel que durante la noche ha estrujado con rabia una y otra vez. Maldita maldita soga, tan merecida - poor poor inocente - todavía sin aparecer.

Una noche de insoportable calor, el sudoroso barbado, piel sepia, pecho herido, mantiene la vista fija en el cursor titilante y espera inútilmente que avance dando a luz palabras extintas. Muy pronto trinará su ostentoso canto el zorzal como una burla.

En algún otro rincón del planeta, alguien – un otro otro - lápiz en mano, intentará sacudir su desesperación sin advertir qué estación climática ha caducado hace tiempo en el supuesto afuera.
 
Mientras tanto aquí, en los altos de Av. Independencia, cuando los bellos elfos habitantes de la casa aún duermen plácidos, ésta ella - la que juega, se despereza y danza -  se mea, literalmente, en su mea culpa.
.

No hay comentarios.:

Seguir a pampaylavia en Twitter Cris Quint

Crea tu insignia
eXTReMe Tracker