miércoles, julio 28, 2010

engaña pichanga



Dulce amante 

Cada noche enardecida te evoco,
fantaseo, te imagino, me alboroto.
Te concibo deslizándote tan suave
entre mis dedos, ardiente, fundido.

Tu aroma percibo, gentil, obsequioso;
en el cielo de mi boca, yo te esbozo.
Sólo el pensar en ti colma mi boca,
sólo proyectarte en ella me provoca.

Siento que te abraza mi lengua de brasa,
y más se enciende tu sabor generoso.
Eres elixir, pócima, panacea;
eres desmedido, eres ambrosía.

Pero cansas, me harto de ti, me abarrotas.
¡Me empalagas, saturas y hasta hastías!
¡Ay! me fastidio y de modo atroz enfermo.
Angustiada, dolida; te padezco arrepentida.

¿Pero cómo evitarlo, cómo haría?
¿Seduciéndome como lo haces cada día?
¡Quiero rozarte, lamerte, devorarte...
Sin ti – chocolate - estoy perdida!'
.

3 comentarios:

Manuel Aranda dijo...

Si, dale, yo me como un huevito Kinder, ármo el juguetito que viene adentro y mientras esto sucede y me creo que lo del chocolate no se te ocurrió de última, allá por las últimas estrofas,allá por los arrabales del poema.

viruta dijo...

no me digás que no está fetén fetén. ¿qué tanto rebusque rocococudo siempre?. una es una y mil quichicientas más.

viruta dijo...

por eso el glamour o el jabón blanco, borcegos o botinetas finolis de carpincho, mollejas al verdeo o una polenta seca como lengua e'loro, sin siquiera un par de hebras de parmesano sin estacionar.

amplio espectro.

tú, sabes... la cosa es apechugar.

Seguir a pampaylavia en Twitter Cris Quint

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