martes, septiembre 08, 2009
somos
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Si digo un lujo tenerlos taconeando con la palabra filosófico callejero piringundín tanguera a ambos, dándole a la matraca de la forma que lo hacen, pónganle la firma. Porque si hay algo que me atrapa hasta la más médula del caracú es dar con personajes inolvidables como lo fue el treggggrible Santiago Quinteiro, alias mi papá, que supo surcarme el alma a fuerza de golpes de efecto sabiondo. Y con él,
todo un equipo de primera los 'viejos' de la familia, si sumamos a mis tíos: Tino, Coco, el Hormiga, el Pocho, Cacho. Mis queridos amados canallas sinvergüenzas y todas las anécdotas que me contaron y las que quedaron en el tintero. Vaya por ellos entonces, y a ustedes dos, que con sus dichos me los devuelven lechugonísimamente fresquitos a pesar de la ausencia y el antaño.
pd: y conste que una de las cosas que me enseñaron los 'quías' fue a no decir te quiero a la sans façon, a la que te criaste o a la ligera, por gratarola nomás.
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