La vida no se va, viene. Al principio te ayudan andar a su misma velocidad, (si es que te ayudan), después le corrés a la par y casi que casi que le sacás ventaja (si no es que te equivocás y te hacen correr la liebre), al final vas viendo que no la vas a alcanzar a la hija de puta y empezás a regularizar la marcha, cosa de que los demás no te pasen por arriba (situación que por suerte hasta ahora, a durísimas penas, no se hace por respeto a los mayores). Si nada de esto ocurriera, la vida te lleva por delante y se acabó ahí nomás. Pero la vida no se va, viene. Lo mejor es hacerse amigo de la propia muerte, pasarle la mano por el hombro, darle charla, convidarle un faso, un vinito, y tratar de ganarle algunos días jugando al truco. De todos modos a nuestras edades todavía las horas tardan tanto en pasar que ni aún recorriendo todas las editoriales del mundo de ida y de vuelta impediríamos que nos agarre un ataque de aburrimiento.
está muy bueno el párrafo de aquí arriba, tanto que casi casi dá para el mutismo absoluto. pero cuando uno calla puede prestarse a confusiones o lo que es peor, suponer indiferencia; cosa que es imposible sentir viniendo de vos a quien sinceramente respeto por lo que he podido entrever hasta ahora en fondo y forma, ya sean letras o con dibujos.
como sea. necesito cortar por unos segundos mi silencio y agregar que el mismo no es oquedad sino todo todo lo contrario. me has dejado rumiando y una gran burbuja con puntos suspensivos sobre la cabeza.
2 comentarios:
La vida no se va, viene. Al principio te ayudan andar a su misma velocidad, (si es que te ayudan), después le corrés a la par y casi que casi que le sacás ventaja (si no es que te equivocás y te hacen correr la liebre), al final vas viendo que no la vas a alcanzar a la hija de puta y empezás a regularizar la marcha, cosa de que los demás no te pasen por arriba (situación que por suerte hasta ahora, a durísimas penas, no se hace por respeto a los mayores). Si nada de esto ocurriera, la vida te lleva por delante y se acabó ahí nomás. Pero la vida no se va, viene. Lo mejor es hacerse amigo de la propia muerte, pasarle la mano por el hombro, darle charla, convidarle un faso, un vinito, y tratar de ganarle algunos días jugando al truco. De todos modos a nuestras edades todavía las horas tardan tanto en pasar que ni aún recorriendo todas las editoriales del mundo de ida y de vuelta impediríamos que nos agarre un ataque de aburrimiento.
está muy bueno el párrafo de aquí arriba, tanto que casi casi dá para el mutismo absoluto. pero cuando uno calla puede prestarse a confusiones o lo que es peor, suponer indiferencia; cosa que es imposible sentir viniendo de vos a quien sinceramente respeto por lo que he podido entrever hasta ahora en fondo y forma, ya sean letras o con dibujos.
como sea. necesito cortar por unos segundos mi silencio y agregar que el mismo no es oquedad sino todo todo lo contrario. me has dejado rumiando y una gran burbuja con puntos suspensivos sobre la cabeza.
y así sigo.
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