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la contemplación
de esa gota al caer
que pende del pétalo abatido
de una rosa
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el silbo de una sirena
que absuelve a todos
los demonios de la tregua
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el pestañeo de sol que viola
al nocturno ultramarino
desflorándolo en bullicio
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estos segundos minimalistas
que mientras escribo, borbotean
para naufragar en su tumba
.
voy en tobogán
y sólo visualizo la quietud
indoblegable de la arena
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extrasístoles
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1 comentario:
No puedes creer ni lo que ven tus propios ojos...
La arena es cambiante.
Me gustó mucho, viruta.
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