latosas espesuras «je ne crois pas»

un aguijonazo me atraviesa la fronda del pecho

mí­renme
no es suficiente tanta vida inerte?
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rara curiosidad

la extravagancia poética otorgará ese touch de genialidad a un texto como una remera o sudadera de lycra a las redondeces de una dama?
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café Tortoni > no somos nada

La otra tarde - creasé o no - caí por primera vez en el Café Tortoni gracias al brazo de un gomía poeta barcelonés que se alojó en el Hotel Marbella a escasas cuadras del susodicho barsucho.
El tema es que a estas altas alturas de mi piel cronológica soy tan reacia a programar... Una especie de rebeldía tardía, digamos.

Voz en off: - Cris, las ramas, las ramas... –
- Ah si sí, perdón -

Una vez en la entrada, mientras el catalán – cadáver de habano truchex en mano - buscaba sitio dónde desecharlo muy primermundista él y encontrándome yo solari frente al quía portero del lugar (respirá, Cris) tuve mi primer espasmo del día. Sí, así de sencillito como lo oyen.

Qué tapuer, mon dieu!!

Dónde estuviste metida, Pelusita, todos estos años?
En qué cuneta embarrada, cruel rata de alcantarilla?
En cuál de todos tus bunkers, ñanducita linda?
Qué torre o calabozo albergó tu triste traste, trapito mío?

De lo que hallé una vez cruzado el mágico umbral hablaré en otro momento. Ahora, o sea en el minuto 43 de las 13 horas de esta nueva sabatina alcanforada, necesito tomarme mi undécimo antidepresivo tecito negro con pétalos de rosa.

Chiquicientos pirulos son muchos para no ser nada, che.
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incredulidad & espesura

quizás
los cuentos
sean sólo cuentos
y este solar
un bosque ahogado
por la enorme garra
de un dios de plastilina
.

más de menos

él es un pájaro negro
cayendo
sin vísceras
desnudo de aire
en fuga ebria

una pequeña muerte
digamos
.

no sueños

en la adversidad del viento

banco de corales en aguas turbias...

déjenme soñar
.
.

.

difuminándose

esa sonrisa triste cuando despierta al alba
esa burbuja pensamiento sobre ella
ese deseo de acunar con cada pedacito í­ntimo
esa almohada utópica que construye al tumbarse
esos etcéteras atrapándola para existir un poco más

ese llanto que la arroba y conquista
como aquél osito de peluche
a la nena que fue es y será

esa piel que sobreviene
y tiembla
antes de derramarse en fuga
.
.