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Dulce amante
Cada noche enardecida te evoco,
fantaseo, te imagino, me alboroto.
Te concibo deslizándote tan suave
entre mis dedos, ardiente, fundido.
Tu aroma percibo, gentil, obsequioso;
en el cielo de mi boca, yo te esbozo.
Sólo el pensar en ti colma mi boca,
sólo proyectarte en ella me provoca.
Siento que te abraza mi lengua de brasa,
y más se enciende tu sabor generoso.
Eres elixir, pócima, panacea;
eres desmedido, eres ambrosía.
Pero cansas, me harto de ti, me abarrotas.
¡Me empalagas, saturas y hasta hastías!
¡Ay! me fastidio y de modo atroz enfermo.
Angustiada, dolida; te padezco arrepentida.
¿Pero cómo evitarlo, cómo haría?
¿Seduciéndome como lo haces cada día?
¡Quiero rozarte, lamerte, devorarte...
Sin ti – chocolate - estoy perdida!'
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